Al estallar la Primera Guerra Mundial, el Papado actuó para que las potencias del Acuerdo excluyeran  al Vaticano de  las futuras negociaciones por la paz y lo hizo con el fin de  “regular  las cuestiones planteadas por la  guerra” El 7 de agosto, con una Nota, el papa Benedicto XV, que ya en 1915 había definido la guerra como una «horrible matanza  que deshonra a Europa», se dirigió  a las grandes Potencias para presentar propuestas  de paz con el fin de acabar con la  lucha  lo antes posible. .En 1920 el Papa declaró que una Liga de las Naciones sólo tendría un papel de relieve  si  “se  fundara en  la ley cristiana”. Un año después aseguró que la Santa Sede estaba dispuesta a pactar  con los nuevos Estados nacidos gracias a los Tratados de Paz, pactos que tendrían  en cuenta  el cambio de la situación política y reafirmaba  la  imposibilidad  de otorgar “ privilegios”  antes concedidos a los Estados pre bélicos. Hay que añadir que los cambios en ámbito geopolítico  producidos por el conflicto, repercutieron en el Vaticano. 

 Benedicto XV reconoció que el aislamiento de la Santa Sede estaba superado y que  también los representantes  diplomáticos  en Vaticano se habían duplicado, con la reanudación de las relaciones con Francia y la consolidación de las relaciones con la  Alemania  que había surgido  del conflicto, gracias a la acción del Nuncio Pacelli que ya había afirmado  que los regímenes concordatarios no siempre eran mejores que los de «separación»

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