Giacomo Della Chiesa nació en Génova de familia noble, tercero de cuatro hijos de José y de Juana de Marqueses Migliorati La familia de su padre pertenecía a las famosas familias
que generaron a Berengario II y al papa Calixto II y la madre descendía de la familia del papa Inocencio VII.
En Génova el joven Giacomo tuvo ocasión de formarse en un ambiente fecundo tanto en el ámbito de la fe como en el de la cultura: Fueron fundamentales las amistades y las
relaciones con el beato Tomás Reggio, los futuros cardenales Gaetano Alimonda y Giorgio Rea y con el que será el primer obispo de Chiavari, Fortunato Vinelli.

Por insistencia del padre se matriculó en 1872 en la Facultad de la Regia Università / Real Universidad de
Génova, licenciándose en Derecho en 1875. Por su fuerte vocación eclesiástica, se
trasladó a Roma y entró como seminarista en el Colegio Capranica, decidiendo frecuentar
después estudiar /inscribirse en la Facultad de Teología en de la Universidad Gregoriana. El 21 de diciembre de 1878 fue ordenado presbítero por el cardenal Raffaele Mónaco La Valletta y entró en la Academia de los nobles eclesiásticos para prepararse a la carrera diplomática y en especial, al servicio diplomático de la Santa Sede. En 1883 se fue / se
trasladó a Madrid como secretario del nuncio apostólico Mariano Rampolla del Tindaro, que
había conocido durante su estancia en la Academia, y volvió a Roma en 1887, cuando
Rampolla del Tindaro fue nombrado secretario de Estado y cardenal por el Papa León XIII.

Giacomo Della Chiesa fue designado minutante papal y sustituto en la Secretaría de
Estado, primero con Rampolla y luego con el cardenal Rafael Merry del Val. Pío X decidió
nombrarlo, el 16 de diciembre de 1907, arzobispo de Bolonia, y lo consagró el 22 de
diciembre. A pesar de que la diócesis de Bolonia tenía una larga tradición como sede
cardenalicia, Della Chiesa fue nombrado por el papa Pío X cardenal de la Santa Romana
Iglesia sólo seis años después, o sea el 25 de mayo de 1914. Al principio la experiencia
pastoral de Bolonia fue considerada como un paso atrás en su carrera eclesiástica pero, en
realidad, fue precisamente ésta la que hizo posible su elección al trono pontificio Esto
ocurrió a los tres meses de su nombramiento como cardenal, el 3 de septiembre de 1914,
y a- pocas semanas después del estallido de la Primera Guerra Mundial. Fue elegido con el
nombre papal de Benedicto XV en honor del papa Benedicto XIV, que, a su vez, había sido
arzobispo de Bolonia antes de subir al trono pontificio.

La elección a como Papa, después de la designación /del nombramiento como Cardenal,
fue un acontecimiento raro/inusitado/excepcional. Probablemente fue la situación bélica la
que favoreció su elección, porque había trabajado en la diplomacia con importantes
secretarios de Estado y por su postura “super partes” de absoluta imparcialidad respecto a
los demás candidatos con respecto a los demás. Consciente de la gravedad del momento,
decidió que la coronación no se celebraría en la Basílica de San Pietro sino en la más
modesta Capilla Sixtina.

Durante la Primera Guerra Mundial elaboró varias propuestas de paz. En su primera
encíclica, Ad Beatissimi Apostolorum principis, publicada el 1 de noviembre de 1914, hizo
un llamamiento a los gobernantes de las naciones para que silenciaran las armas y pusieran
fin al derramamiento de sangre. Con la entrada en guerra también del Reino de Italia el 24
de mayo de 1915, la Santa Sede, encerrada y «prisionera» en el Vaticano, quedó aún más
aislada.

Lo único que el Papa pudo hacer fue constatar, con pena, que el conflicto internacional iba ampliándose. Según él y según una interpretación difundida en la Curia, la
causa era la difusión/extensión del individualismo liberal y el proceso de secularización que veía el abandono, por parte de la sociedad de su tiempo, de las directivas directrices de la Iglesia católica. Durante todo el conflicto no paró / dejó de enviar proclamas por la paz y
propuestas de resolución /por para una resolución diplomática de la guerra, así como ayudas concretas a las poblaciones civiles afectadas, incluyendo apoyo y socorro a los refugiados heridos y huérfanos de guerra.

Su intento más audaz para detener el conflicto e
inducir a las potencias beligerantes a reunirse para decidir por la paz fue la Nota del 1 de agosto de 1917, una carta recordada porque en ella definió haber definido la Primera Guerra Mundial «matanza inútil”. A Su Eminencia también se le atribuye, sobre el mismo
tema de la guerra, la frase que la define “suicidio de la Europa Civil”. Sin embargo, la respuesta de las Naciones fue negativa: especialmente Woodrow Wilson –
cuyos Catorce puntos, pocos meses después, se acercaron mucho al contenido de la Nota
de Paz del Papa – acogió el mensaje de manera crítica y fría, y esto/lo que resultó determinante para asegurar el fracaso de las propuestas de paz de Benedicto XV.
Al final del conflicto el Papa se esforzó por reorganizar la Iglesia en el nuevo contexto
mundial. Reanudó las relaciones diplomáticas con diversos países y sobre todo con Francia,
relaciones que con la que se habían deteriorado drásticamente a causa de la Ley de
separación entre Estado e Iglesia (1905). Esto, gracias también al apreciado gesto
simbólico de la canonización de Juana de Arco. Si al comienzo de su pontificado Benedicto
XV podía contar con relaciones diplomáticas con 17 estados, siete años después estas
habían subido aumentado a 27. En 1920 escribió la encíclica Pacem Dei Munus
Pulcherrimum. Preocupado de que la paz de París (1919) – de cuyos acuerdos había sido
excluido – pudiera llevar a Europa a sufrir un nuevo conflicto, denunció en su encíclica la
fragilidad de una paz que no se fundaba estaba basada /se basaba en la reconciliación de
los pueblos.
También fue intensa su actividad misionera: valorizó el Oriente cristiano y dirigió su atención
a se preocupó por los Países africanos, creó la Congregación para la Iglesia oriental y fundó
el Pontificio Instituto de Estudios Orientales.
En el ámbito político abolió formalmente el non expedit y reconoció la creación del Partido
Popular Italiano por parte de Luigi Sturzo.
El 27 de mayo de 1917 promulgó el nuevo Código de Derecho Canónico, que había ya
promovido por Pío X.
Para una la adecuada formación del clero, instituyó la Congregación de los Seminarios y de
las Universidades de Estudios y el día de Navidad de 1920 firmó el decreto para la de
fundación de la Università Cattolica del Sacro Cuore / Universidad Católica del Sagrado
Corazón de Milán.
Su actividad apostólica no se detuvo, pero en la mañana del 18 de enero de 1920 una
enfermó de gripe repentina degeneró rápidamente en bronconeumonía. El día 20 del
mismo mes recibió la extremaunción y el 22 de enero murió, a la edad de sesenta y siete
años.

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